
Lamentablemente no todas las historias tienen un final feliz. Es el caso de Blanquita, que acompañó a quien ahora se llama Malón (el dogo macho) cuando fueron capturados y llevados al canil municipal. El estado de esta hembra era aún peor que el del macho. Estaba lastimada, con heridas, flaquísima y enferma. Tenía tumores por todo el cuerpo. Su estado de salud era muy precario y empeoraba día a día. Uno de sus tumores reventó, provocó una hemorragia y desencadenó su muerte. Como consuelo nos queda, quizá, que en sus últimos días en el canil comió huesos y hasta se dejó hacer algunos mimos. Lamentablemente Blanquita no pudo siquiera llegar a pedir una segunda oportunidad.